08 octubre 2024

La vida soñada de Miss Fran: ¿una película más sobre el tedio de oficina?

Fran se esconde detrás del cuerpo de Fran y escucha compulsivamente las conversaciones ajenas. Fran se imagina los distintos escenarios de su muerte: ahogada en una playa, colgada de una grúa o perseguida por una serpiente. Fran está atrapada en la monótona vida de oficina, casi como Bartleby en el Nueva York del siglo XIX. Fran semeja al viejo personaje Herman Melville: encapsulada en el loop de oficina.  

La vida soñada de Miss Fran (2023), el último largometraje de Rachel Lambert, se encuentra disponible en la plataforma de streaming Mubi. En él se explora la rutina de una mujer —tímida y solitaria— dentro de una oficina en el estado de Oregón, Estados Unidos. El retrato no cambia mucho en relación con otros ejemplos de esa índole, desde el más reciente trabajo de Win Wenders, Perfect days (2023) hasta La ciencia del sueño (2006) de Michel Gondry.

Si bien, establecer comparaciones sería injusto, lo cierto es que tanto como Wenders como Gondry dotaron de originalidad a las historias que contaron. Tienen su estilo/sus preocupaciones. Mientras Wenders proyecta una especie de resignación/resistencia del personaje principal en la rutina laboral; Gondry se introduce totalmente en el universo onírico de sus personajes.

En cambio, Lambert muestra de forma tímida el conflicto y originalidad de su personaje: Fran. O eso parece, pues la historia se cuenta con tal simpleza, que logra transmitir el tedio de una mujer que parece no encajar en el ambiente laboral de oficina. Pues, ¿cuántas no nos hemos sentido ajenas? Lo original de esta película es, entonces, la vida misma. El tedio, la aparente trivialidad de los otros y los dolores ocultos de esos otros.

De Fran no se sabe mucho, sólo que es una mujer solitaria imaginando su muerte al interior de una oficina. De sus compañeros, sabemos, apenas, lo que ella escucha. Todo cambia cuando llega Robert, un nuevo compañero de trabajo, con el que Fran busca interactuar más allá de la oficina. La relación entre ambos parece no ser positiva porque Fran se niega a salir de sí misma. Su presencia es disruptiva en esa soledad.

Esa llegada remueve a Fran: se atreve a vivir. Se atreve a interactuar más con sus compañeros. Sin embargo, la película no sigue, se queda en esa salida del caparazón de la que poco o casi no sabemos. Termina así, justo como empezó, en el desconocimiento de quién es Fran y qué pasará con ella.