El pasado 28 de octubre se llevó a cabo la ceremonia de entrega del Balón de Oro a las y los mejores jugadores de la temporada pasada.
En las últimas dos décadas, este galardón ha estado envuelto en una disyuntiva absoluta para el fútbol: Messi o Cristiano Ronaldo. Año tras año, eran ellos quienes desfilaban por la alfombra, y uno u otro terminaba siendo el ganador.
La polémica giraba siempre en torno a quién merecía el premio, y los títulos colectivos solían ser el factor determinante. A la fecha, Lionel Messi cuenta con ocho Balones de Oro y CR7 con cinco. En ese intervalo, solo en dos ocasiones (y en años recientes) el premio fue otorgado a otros jugadores: Luka Modrić en 2018 y Karim Benzema en 2022.
Para los organizadores del galardón, la dualidad entre Messi y Ronaldo funcionaba de maravilla, pues lograba que el máximo talento del fútbol masculino estuviera envuelto en una dicotomía entre dos de los más grandes jugadores de la historia. Sin embargo, como suele suceder en la vida, ambos tomaron caminos distintos hacia ligas menos competitivas, donde la comodidad de ganar millones de dólares los motivó a cambiar de aires y dejar el fútbol de élite por la liga saudí y la liga estadounidense, respectivamente.
Este premio necesitaba seguir en el ojo público sin las dos figuras más relevantes de los últimos años y, probablemente, de la historia.
En 2023, después de un año en el que Argentina se coronó campeona del mundo por tercera vez, el mundo del fútbol se rindió ante Lionel Messi, quien, tras cuatro intentos fallidos, logró alcanzar el tan ansiado título que lo consagra como posiblemente el mejor jugador de la historia. Además, saldó una deuda histórica con la hinchada argentina, que durante años le había reprochado no poder devolver a la albiceleste a la élite mundial, como Maradona en la década de los ochenta.
Para 2024, el escenario estaba vacío de polémica y sin la presencia de quienes dominaron el deporte en años recientes.
Entonces, ¿qué tendría que suceder para que el mundo del fútbol, la prensa, los medios y la afición volvieran a poner su atención en estos premios? ¿Cómo podrían destacarse nuevamente y justificar una ceremonia larga y, a veces, tediosa en la que se entregan múltiples galardones?
Para mí, la respuesta es sencilla: habría que generar polémica nuevamente.
No es que Vinícius Júnior fuera sin discusión el mejor jugador de la temporada pasada, ni que Rodri no se mereciera algún reconocimiento tras liderar a España a ganar la Eurocopa. Tampoco es que jugadores como Jude Bellingham, en su primer año en el Real Madrid, o Daniel Carvajal, con goles decisivos en finales, no estuvieran cerca de conseguirlo.
A los organizadores de este evento les conviene mantener al espectador atento y a la prensa especulando sobre quién será galardonado como el mejor jugador del mundo. Esta distinción, lejos de generar unanimidad en el deporte, solo genera polémica en un contexto en el que las dos máximas figuras de los últimos tiempos están cerca del retiro y donde cualquiera, literalmente, puede soñar con ser el mejor y tener la posibilidad de conquistarlo.
En su momento, jugadores como Andrés Iniesta o Xavi Hernández, quienes marcaron una época en el fútbol español y en el Barcelona, se quedaron sin recibir este premio. Con todo el respeto que merece Rodri, no es ni la mitad de lo que fueron estos dos, pero la coyuntura histórica terminó favoreciéndolo en este momento.
A la ceremonia del Balón de Oro le viene como anillo al dedo que, hoy en día, se hable de este premio a toda costa. El año próximo, quienes hoy criticaron el espectáculo estarán atentos a la resolución final de un grupo de "periodistas expertos" y, seguramente, la polémica volverá a ser el ingrediente principal.