¿Han notado que la reputación de varios agresores, acosadores y violentadores se sostiene gracias al silencio de muchas víctimas? Y cuando ellas deciden hablar, son sometidas al escrutinio público, cuestionadas por haber sufrido el daño, en lugar de enfocar la atención en el agresor.
Surgen comentarios como: “Es que yo lo conozco desde la secundaria, es una persona muy amable, trabajadora, tranquila, un excelente padre, un gran vecino que apoya en varias gestiones”, olvidando que entre ese recuerdo y la actualidad ha pasado un mundo de cambios: cambió su forma de pensar, cambió su entorno, cambió él mismo. Además, ignoramos que todas las personas nos comportamos de manera distinta según el contexto: no somos iguales como hijos, hermanos, empleados, novios o vecinos. Todos mostramos distintas versiones de nosotros mismos.
Sin embargo, es muy común escuchar comentarios —sobre todo de hombres— encubriendo a otros hombres: “¿Cómo va a ser golpeador, si es a toda madre? Tomamos unas chelas tranquilos, no es mala copa. Seguro lo hicieron enojar y, pues, se defendió”. Es decir, sí reconocen un posible problema, pero lo justifican de inmediato.
El agresor puede ser una persona muy cercana a ti: tu pareja, tu hermano, tu mejor amigo. Alguien de quien esperas apoyo moral o, al menos, neutralidad (que en estos casos no es suficiente), pero ni eso sucede. ¿Por qué? Porque por encima de todo está el pacto patriarcal: cobijarse, apoyarse, cubrirse las espaldas, incluso entre desconocidos. Basta con revisar los comentarios en notas sobre agresiones, desapariciones o violaciones para encontrar a hombres defendiendo a otros que ni conocen.
¡Ah! Pero si la situación se invierte y una expareja señala a tu hermano, novio, esposo o mejor amigo como violento, acosador o deudor alimentario, dudar de su presunta inocencia se percibe como un ataque a su dignidad. Y peor aún: ¿cómo es posible que te pongas del lado de la víctima? Si decides creerle o simplemente mantener una relación con la persona que lo denuncia, eres una traidora. En esos casos no aplica el “¿por algo será que lo señalan?”. Automáticamente esperan que estés de su lado, que pongas límites, que cortes vínculos, que rompas amistades. Pero si la víctima es otra, se burlan, lo niegan o incluso hacen bromas juntos sobre la denuncia, aunque esté en juego tu estabilidad emocional. ¿Cómo vas a dejar de hablarle a tu compa, tu brother, tu carnal? ¡Bah!
Por eso no cuadran las cuentas: hay muchísimos agresores, violentadores y deudores alimentarios, pero resulta que, para los hombres, ninguno lo es. Todos son buena gente.
Rompan el pacto patriarcal.
Si en tu círculo hay violentadores, hazles ver su error. No encubras. No defiendas lo indefendible. Hoy puede ser contra una desconocida o quizá contra tu amiga, pero mañana puede ser contra tu hija, tu hermana o tu madre.