Marzo estuvo a punto de cerrar con un desenlace significativo: el desafuero de Cuauhtémoc Blanco. Sin embargo, lejos de ser un acto de justicia, lo ocurrido el 25 de marzo representó lo contrario. En una fecha clave para visibilizar la erradicación de la violencia contra las mujeres, la Cámara de Diputados optó por proteger a un presunto agresor.
Ese día no se iba a sentenciar ni juzgar a nadie; únicamente se votaría por retirar el fuero para que las autoridades competentes pudieran investigar el caso. Como él mismo declaró con absoluta seguridad: "Estoy dispuesto a ir a la Fiscalía sin ningún temor porque mi conciencia está muy tranquila". Si tan tranquilo está, que acuda como cualquier ciudadano a defender su inocencia. Sin fuero, sin privilegios.
Pero lo que se vio fue una serie de actos burdos, indignantes y humillantes para la justicia. Desde maniobras dilatorias hasta el uso de la tribuna para victimizar al acusado, todo apuntó a una estrategia de protección. La reglamentación de la Cámara de Diputados, en su artículo 8, fracción V, establece que los legisladores deben excusarse de votar en asuntos donde haya un conflicto de interés. A pesar de esto, el acusado votó a favor de sí mismo. Peor aún, utilizó a una diputada para hablar en su defensa, cuando la víctima jamás tuvo voz en ese espacio.
La Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, en su artículo 25, faculta a la Sección Instructora para recabar diligencias y establecer la existencia del delito. Es decir, pudieron solicitar información a la Fiscalía de Morelos para subsanar las supuestas inconsistencias del caso. Sin embargo, Hugo Eric Flores Cervantes, presidente de dicha sección, descalificó la carpeta de investigación como "pura basura". ¿Omitió su facultad o decidió ignorarla para proteger al imputado? Y más importante aún, ¿dónde quedó la Ley 3 de 3? Porque lo personal es político, y el mensaje es claro: permitir que presuntos agresores ocupen cargos de poder es una traición a las víctimas.
El cierre del debate fue el colmo del cinismo: el acusado tomó la tribuna rodeado de diputadas que coreaban "No estás solo". Ver cómo un símbolo de sororidad y apoyo a víctimas se usa para arropar a un presunto agresor es un recordatorio de la urgencia de la perspectiva de género en el ejercicio del poder. Porque el feminismo no es un pañuelo, un moño ni una bandera; es una lucha histórica contra la opresión. Como decía Simone de Beauvoir: "No se nace mujer, se llega a serlo". La presencia de mujeres en cargos de poder no garantiza por sí sola que luchen por las víctimas. La paridad, cuando se basa en simulaciones y no en autonomía real, es insuficiente.
A quienes critican al feminismo con la frase "No me representan", les digo: no los veo exigiendo cuentas a sus representantes. Porque los diputados sí los representan; fueron elegidos por el voto ciudadano. Nosotras, las feministas, seguimos luchando sin recursos, solo con hartazgo y sed de justicia. Gracias a nuestro movimiento, hoy hay más mujeres en la política, pero hoy, esas mismas mujeres nos quedaron a deber.
Cuauhtémoc, no llegaste solo. Llegaste con el patriarcado y con diputados que no piensan en las víctimas ni en el pueblo, sino en sus bolsillos y sus propios intereses.