29 abril 2025

Volver a empezar: una historia de amor propio y renacimiento

Hoy no escribo un artículo, sino una historia. Una vivencia que sé resonará en más de una.

Hace muchos años viví una situación profundamente dolorosa. La persona con la que planeaba compartir mi vida —una boda, hijos, un proyecto en común— dejó de ser ese compañero. Durante mucho tiempo hubo señales de que ese no era mi lugar: inseguridades, metas laborales distintas, un estrés constante por la presión de ser madre. Cada mes recibía un resultado negativo, y eso me desgastaba emocionalmente. Llegué a sentirme menos mujer, pequeña, sin valor. El tiempo pasaba y no lo lograba. No era sólo la presión de él por convertirse en padre por segunda vez. Yo también lo deseaba con todo mi ser.

Un día, cuando todos nuestros planes estaban en pie, me enteré de su engaño. Y sí, como dice la canción: la intuición no se equivoca. Aquella que “nada que ver” resultó ser “todo que ver”. Desde antes había expresado mis sospechas, siempre negadas con el clásico gaslighting: “estás loca”, “exageras”, “eres muy celosa”. Pero no: mis sospechas eran ciertas.

Confieso que me destrozó. Jamás imaginé algo así de alguien a quien apoyé y en quien confié incondicionalmente. Hoy puedo contarlo sin dolor, sin rencor, sin ningún sentimiento. No me produce nada. Y justo por eso quiero compartirlo, porque quizá a alguien pueda ayudarle.

Durante mucho tiempo me hice las mismas preguntas: ¿Qué hice mal? ¿Qué me faltó? Llegué incluso a culparme por no poder cumplirle el deseo de tener una hija (porque sí, además del embarazo, tenía que ser niña). Toqué fondo. Y entendí, casi por instinto, que debía recoger cada pedazo de mí y volver a construirme. Me alejé, queriendo no sólo cerrar ese capítulo, sino quemar ese libro para empezar otro, en blanco.

Pese al engaño, no faltó su intento de justificarse: “solo quería darte celos, y pasó todo esto”, me decía. Prometía hacerse responsable, me pedía no abandonar nuestros planes. Empezaron a llegar regalos a mi trabajo, a casa de mi madre, mensajes por correo electrónico, por Instagram. Incluso personas que me daban un “me encanta” en redes recibían mensajes ridículos del tipo: “deja en paz a mi luna, estamos separados, pero regresaremos”. Quería seguir marcando territorio, como si yo fuera una propiedad. Nunca respondí. Sólo quería sanar.

Empecé terapia, me refugié en actividades, en amistades, en pasatiempos. Y entonces, encontré a mi red violeta feminista. Ahí empezó la magia: mi fortaleza. Comprendí que no fue mi responsabilidad. Que cuando alguien no sabe lo que quiere, así tenga oro en las manos, nunca lo sabrá apreciar. Identifiqué todas las red flags que había ignorado. Y por fin entendí: ser madre o no, no me hace más ni menos mujer. Porque ya lo soy.

Con el tiempo, conocí a un hombre que en realidad siempre había estado ahí. Mi hilo rojo. Pero yo ya no era la misma: sabía qué quería y qué no. Aun así, volvieron mis miedos. Todos los diagnósticos me decían que no podría tener hijos. Asumí, sin preguntarle, que lo mejor era terminar la relación. Pensaba que eventualmente me dejaría por no poder darle un hijo. Pero ¿saben qué? Él se quedó. No soltó mi mano. Fue no sólo mi pareja, sino mi aliado en esta búsqueda. Y lo logramos. Hoy somos padres de nuestro hijo, Mateo.

Tuve un hijo sin presiones, sin miedos, sin inseguridades. Lo tuve con amor, con deseo compartido.

Por eso hoy comparto esta historia. Si tú estás pasando por algo similar, deseo que encuentres el valor para salir de una relación tóxica. No es fácil, pero es posible. Quiero que sepas que eres una obra de arte ante los ojos correctos. No malgastes tu tiempo en personas que no saben ni lo que quieren. Nunca te agaches ni te achiques por querer caber en un lugar que no es para ti.

Y recuerda: los tiempos de Dios son perfectos. Todo tiene un porqué. Si algo se fue de tu vida, es porque lo mejor está por venir. Haz espacio. Lo bueno te espera. Y no te avergüences por haber vivido algo así. Son aprendizajes, no fracasos. Son tropiezos que te convierten en autora de tu propio best seller.