Un influencer se define como una persona que ejerce influencia sobre las decisiones de los demás, generalmente a través de redes sociales y con una base considerable de seguidores. Sin embargo, ¿qué tan en serio se toma su compromiso de influir?
Hoy en día, incluso se clasifican a los influencers en micro y pequeños: los primeros cuentan con entre 5,000 y 10,000 seguidores, mientras que los segundos tienen entre 10,000 y 50,000. Es decir, su categorización se basa únicamente en el número de seguidores, no en el impacto, compromiso social o influencia positiva que puedan generar. Esto plantea una pregunta seria y reflexiva: ¿a quiénes estamos otorgando ese poder de ser llamados influencers? Y no solo eso, también les damos fama y, como consecuencia, la posibilidad de monetizar.
Si revisamos las redes sociales, encontramos que un joven que enseña matemáticas o resuelve ecuaciones apenas tiene unas pocas compartidas y seguidores, mientras que otros, dedicados a hacer payasadas o contenido sin sentido, incluso con mensajes discriminatorios o que incitan a la violencia, son considerados influencers. Esto ocurre sin que cuenten con cualidades ni aportaciones significativas para la sociedad.
Recientemente, Netflix lanzó una serie titulada Influencer. Por curiosidad, decidí verla. Es interesante porque muestra diferentes plataformas de redes sociales y plantea varios retos para demostrar capacidades como liderazgo y convencimiento. La serie evidencia que el éxito en redes sociales está relacionado con el manejo de estrategias, creatividad, interacción con el público e innovación para mantenerse relevante y seguir creciendo. Además, las reacciones y comentarios negativos también forman parte de la popularidad: no hay publicidad mala.
Hoy en día, los influencers juegan un papel importante en diversos ámbitos como la moda, los deportes y las ventas. De hecho, el 93% de los millennials confía más en las reseñas de productos o servicios recomendados por un influencer, y el 41% de los consumidores descubre nuevos productos gracias a menciones en redes sociales.
La tecnología y las formas de vender evolucionan constantemente. Es imprescindible que nos adaptemos y actualicemos, pero también que seamos conscientes de a quién otorgamos el valor de influencer. Aunque el término puede parecer trillado y vacío, en realidad implica un gran compromiso moral con la sociedad. Hagamos populares a quienes realmente contribuyan de manera significativa.