Héctor Guerrero @mexhector en X.
A pesar de los enormes esfuerzos por erradicar la cosificación de las mujeres, el avance ha sido escaso, por no decir nulo, en la Región de La Montaña, ubicada en el estado de Guerrero, que ocupa el tercer lugar entre las entidades con mayor incidencia de rezago y pobreza en el país y donde aún prevalece la "tradición" de venta de niñas: las infames bodas infantiles que se dan principalmente en comunidades indígenas, rurales y en los estratos socioeconómicos más precarios. Los precios oscilan entre 30 mil pesos por una mujer con hijos y hasta 300 mil pesos por niñas de 13 años. ¡Sí, niñas! Esta práctica implica el problema del mal denominado "embarazo infantil", que en realidad es una violación, producto de un abuso sexual infantil. El embarazo termina con su infancia, obligándolas a ser madres en lugar de permitirles ser niñas.
Además, las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años a nivel mundial. El porcentaje de mujeres indígenas de 10 a 14 años embarazadas es del 9.7%, y del 7.5% en el grupo de 15 a 19 años. Casi 10,000 embarazos anuales son de niñas.
Esta realidad está relacionada no sólo con el abuso sexual infantil, sino también con la violencia. A las niñas las emparejan con hombres que las superan significativamente en edad, creando una relación de poder absolutamente desigual. Los matrimonios forzados las obligan, en muchos casos, a vivir con su agresor para "salvaguardar la dignidad familiar" o, en ocasiones, para saldar deudas contraídas por sus padres. Estos son patrones patriarcales históricos que no se han podido superar.
A pesar de la existencia de la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en materia de Trata de Personas, estas ventas se llevan a cabo dentro de las oficinas de las autoridades municipales. "El matrimonio se resuelve entre los padres y el dinero frente a las autoridades". No lo ven como un delito, ya que se amparan en que son "usos y costumbres".
Por ello, es urgente concienciar a las personas, comunidades, organizaciones sociales y autoridades en todos los niveles sobre los derechos humanos, educación sexual y reproductiva, talleres sobre violencia y educación. Debemos luchar para que no se permitan nunca más estas terribles prácticas. En Guerrero, el interés superior de la niñez debe imperar.