22 noviembre 2024

#25N

El #25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, ¿es realmente una fecha de reflexión o de exigencia? ¿O más bien se ha convertido en un momento en el que los gobiernos, en todos sus niveles, la utilizan para lavarse las manos ante su nula acción? Pretenden que, en un solo día, con luces y moños morados y naranjas, sean reivindicados como gobiernos eficaces que trabajan en favor de las mujeres. Sin embargo, si realmente fuera así, ¿por qué las cifras y estadísticas dicen todo lo contrario?

Sin necesidad de ser matemáticos o contar con una alta preparación académica, basta con abrir un periódico o cualquier red social para notar la cantidad de boletines de nuevas desaparecidas. Estos se acumulan junto con otros tantos casos de mujeres que ya nadie busca ni pregunta por ellas, mientras las autoridades dan el famoso “carpetazo”. A esto se suman los casos de violencia, incluso con videos como evidencia, donde claramente se identifica al agresor y la forma vil y ruin en la que violenta a una mujer.

Cada día se pierde más la confianza en nuestras instituciones. Las autoridades son tremendamente ingeniosas para crear campañas que nos invitan a denunciar, pero ¿realmente el problema radica en que no se denuncie? ¡Claro que no! Se han centrado en revictimizar a las mujeres violentadas, responsabilizándolas de la falta de justicia porque "no denunciaron", en lugar de enfocar la atención en el personal encargado de impartir justicia y actuar como primera contención. Nos enfrentamos a personal incompetente, poco capacitado y, en ocasiones, incluso desinformado sobre la base jurídica. A esto se suma la ausencia de perspectiva de género, empatía, el influyentismo y la corrupción.

Las mujeres solicitan auxilio mediante patrullas, ya sea al famoso 911 o a la lada local, pero el tiempo de respuesta supera los 30 minutos. Para entonces, el agresor ya huyó. Y, si acaso intentan proceder, muchas veces los delitos son minimizados o incluso transformados para favorecer al agresor, reforzando el pacto patriarcal entre hombres. En lugar de proceder con la puesta a disposición ante el Ministerio Público (MP) y brindar asesoría jurídica, se escucha con frecuencia frases como: “Yo le aconsejo que no levante la denuncia, no lo mande al MP porque, ya sabe, ni caso le van a hacer, y de todos modos lo van a soltar”. Esto con tal de no redactar la disposición o evitarse trabajo.

Por si fuera poco, los casos suelen avanzar solo si hay un "incentivo". Un "Benito Juárez" puede ayudar, pero si la parte contraria ofrece tres "Miguel Hidalgo y Costilla", toda la carpeta cambia y, de pronto, la víctima es acusada de daño moral, amenazas y otros cargos fabricados. En pocas palabras, es el sistema de justicia el que está fallando.

Ahí es donde debe centrarse el esfuerzo: implementar exámenes de admisión rigurosos que evalúen honestidad, amor a la profesión, empatía y rectitud para ocupar estos puestos. Además, el personal debería ser evaluado continuamente para determinar su permanencia. Es fundamental exigir tiempos de investigación, aprehensión y cierre de denuncias eficientes, asegurando que todas las detenciones, sin excepción, sean puestas a disposición del MP. Los servidores públicos deben desquitar su salario.

Asimismo, se necesitan políticas públicas que garanticen espacios libres de violencia en todos los ámbitos, tanto públicos como privados. Los violentadores, violadores, abusadores y deudores alimentarios no deberían ocupar puestos de trabajo, mucho menos cargos públicos. Lo personal es político: si se coloca a un violentador al frente, es evidente que no se conducirá con rectitud.

Portar un pañuelo verde o violeta tampoco convierte automáticamente a alguien en feminista. Como decía Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”. La simple presencia de mujeres en el poder no garantiza una conciencia feminista. Por ello, es vital que quienes ocupen cargos públicos cuenten con perspectiva de género. Los colores morado o naranja no los transforman mágicamente en aliados o feministas, ni purifican sus violencias.