3 febrero 2025

Tolstói vs. la modernidad

León Tolstói es conocido por muchas cosas: su papel fundacional en el realismo literario ruso, su envidiable capacidad introspectiva, su destreza para representar la psique de sus personajes, su pacifismo, su vegetarianismo, su anarquismo cristiano, y hasta por la influencia que ejerció sobre la resistencia pacífica de Gandhi.

Pese a las innegables transformaciones que el escritor sufrió a lo largo de su vida, es posible identificar algunas preocupaciones perennes. En novelas como Guerra y paz, La muerte de Iván Ilich o Ana Karenina destacan las seductoras descripciones de la aristocracia rusa decimonónica, la idealización de la sapiente simplicidad de los campesinos, su visión romántica de la nobleza de antaño, su escepticismo respecto a los frutos de la ciencia y su misoginia.

La vida del escritor ruso no estuvo exenta de vivencias determinantes ni de puntos de inflexión: sus orígenes aristocráticos; su acercamiento con la religión y con distintas corrientes filosóficas; su experiencia personal con la guerra y sus consecuencias desastrosas; sus recurrentes crisis personales; los altibajos de su vida familiar, o su insatisfacción respecto a las reformas modernizadoras con las que la clase dirigente intentó europeizar a Rusia. Todos estos aspectos de su vida, en ocasiones cuasilegendarios y hasta contradictorios, son claves para entender su obra.

No obstante, pese a la complejidad de su vida y de su pensamiento, las lecturas superficiales de la obra de Tolstói son bastante comunes. La facilidad con la que su legado ha sido reducido a sus aspectos más mercantilizables suele diluir los aspectos más profundos de su obra. Cuando a Tolstói se le lee superficialmente o como un mero pasatiempo; cuando su obra se lee a retazos o sin el deseo de entender al escritor ruso como persona históricamente situada, su pensamiento puede encajar en el molde que más nos plazca: en Tolstói es posible encontrar desde un pacifismo simplista, hasta una serie de recetas de vida dignas de un libro de superación personal. No en vano sus obras han sido adaptadas por Hollywood y algunas de sus frases son repetidas como mantra por los seguidores del movimiento new age. Estas burdas simplificaciones no son exclusivas de los “legos”, sino que han sido bastante comunes en el mundo de la crítica literaria “profesional”. No es casualidad que en varias ocasiones los pasajes más directamente filosóficos de algunas obras de Tolstói hayan sido recibidos con sorna o, en los casos más extremos, mutilados como si fueran una añadidura innecesaria.

Sin embargo, deberíamos tomar más en serio la perspectiva filosófica de Tolstói. En particular, en este artículo me gustaría subrayar la lúcida penetración con la que el escritor ruso respondió a la Ilustración. Tolstói se anticipó por varias décadas a algunas de las críticas más agudas a la modernidad de matriz capitalista surgidas en el siglo XX. El ruso supo identificar las consecuencias deshumanizadoras de la burocratización y de la fe ciega en la ciencia. Varias años antes que Max Weber, Tolstói pudo representar qué significa vivir en un mundo desencantado. Más de medio siglo antes que Max Horkheimer y Theodor Adorno publicaran su magistral crítica de la Ilustración, las novelas de Tolstói ya se ocupaban de los efectos perversos de la racionalidad instrumental, de la fetichización del concepto y de la fungibilidad del individuo. Ciertamente Tolstói no es ni el primer ni el único crítico de la Ilustración, pero su obra supo anticipar la profundidad de la crisis que se cernía sobre Rusia (y sobre el resto del mundo). Y aunque la solución del viejo aristócrata a los problemas de su presente puede hoy parecernos insatisfactoria y anacrónica, pocos como él pudieron entender cómo dichos problemas se entrelazan entre sí. Pocos como él supieron diagnosticar la crisis que afecta a la razón humana. Pocos como él supieron anticipar que las recetas occidentales no eran parte de la cura, sino los síntomas de una enfermedad civilizatoria que atenta contra la humanidad entera.

Piénsese en el caso de La muerte de Iván Ilich. En esta novela corta, Tolstói representó la alienación que la rutina burocrática produce entre los seres humanos. Ilich y sus colegas están más interesados en ascender en el escalafón gubernamental que en gozar su propia vida o en procurar el bienestar de sus amigos. Pero el éxito del burócrata es efímero, pues incluso los altos funcionarios serán inevitablemente reemplazados por nuevos burócratas ambiciosos. Esta fungibilidad es sintomática de la insignificancia del individuo.

Por otro lado, esta novela también enfatiza los efectos perversos que los lujos y la afectación occidental producen sobre las relaciones humanas. Los personajes más afrancesados —tal como la esposa y la hija de Ilich— son también los más incapaces de relacionarse como auténticos seres humanos.

Además, esta novela describe las limitaciones de la ciencia occidental. La enfermedad del personaje principal es un padecimiento existencial frente al cual la medicina científica resulta completamente inútil. Para Tolstói, la muerte no puede reducirse a la incapacidad de sostener la homeostasis, sino que equivale al fracaso de sobrellevar la naturaleza contingente de nuestras vidas.

Otro aspecto de La muerte de Iván Ilich que es característico de la crítica tolstoiana a la modernidad lo encontramos en Guerassim. A través de este personaje, Tolstói muestra las bondades de la vida campesina ajena a la rutina burocrática y a la artificialidad de la vida occidentalizada.

Tolstói no fue un hombre exento de contradicciones. Sería ridículo pensar que un artículo como el presente puede dar cuenta satisfactoriamente de cada uno de los múltiples estratos semánticos de sus escritos. Con lo hasta aquí expuesto no pretendo agotar las interpretaciones posibles de su vasta obra. Sin embargo, resulta imperativo prestar más atención a la forma en que Tolstói representó y reaccionó ante la Ilustración. Esta clave interpretativa puede ayudar a entender mejor tanto su vida como su obra. Mientras que de su anarquismo cristiano y de su pacifismo se ha hablado hasta el cansancio, muy poca atención se le ha prestado a su crítica de la Ilustración. Por tanto, el presente texto es una invitación a revalorar la obra de Tolstói a partir de esta perspectiva.

Los interesados en profundizar en esta línea interpretativa pueden consultar el siguiente texto: https://doi.org/10.15446/lthc.v27n1.1167951

1Me disculpo de antemano ante todos los lectores que encuentren odioso el hecho de que este texto concluya con un descarado esfuerzo de autopromoción. Espero puedan entender que este pecado es producto de las vicisitudes inherentes al precariado.