Ser indígena no es solamente hablar una lengua materna, sino también estar orgullosos de ello.
Haciendo énfasis en todo esto, últimamente nos han estado tomando en cuenta, pero ¿realmente lo están haciendo o solamente es un disfraz? Porque en la montaña de Guerrero seguimos careciendo de muchos servicios, empezando por la falta de docentes en nuestras comunidades, lo cual es vital para la educación de nuestros hijos e hijas. Los padres de familia bloquean caminos para exigir atención a sus necesidades, y a cambio solo reciben largas.
En el tema de salud, nuestros centros más cercanos carecen de especialistas; las instalaciones están en abandono y nuestros hermanos y hermanas no reciben un trato digno. Muchos han perdido la vida fuera de las instituciones de salud, o han dado a luz en las entradas de las instalaciones. No por ser indígenas tendríamos que pasar por todo esto.
Nuestras carreteras se encuentran en mal estado. Aquí es donde nos preguntamos: ¿dónde están nuestras autoridades competentes, si es que deberíamos llamarlas así?
La violencia en nuestras comunidades va en aumento cada día, y las autoridades solo se hacen de la vista gorda. Hablemos también de que, en algunos municipios, los propios presidentes municipales presencian la violencia hacia las mujeres y, en lugar de protegerlas, las reprimen para que no sigan con sus denuncias.
Por otro lado, es importante hablar de las oportunidades y del trato hacia las mujeres en nuestras comunidades. Debido a la falta de acceso a la educación, muchos siguen creyendo que las mujeres nacieron para atender a la familia y no para concluir una carrera profesional ni trabajar.
Nuestras niñas son vendidas como si fueran objetos, cuando en realidad deberían disfrutar de sus diferentes etapas, continuar sus estudios y desarrollar sus sueños. No deberíamos cortarles las alas ni asignarles responsabilidades que no les corresponden.
En una conversación con un docente, surgió el caso de una niña que tuvo que escapar de su comunidad para poder continuar sus estudios, ya que había sido propuesta para contraer matrimonio con un adulto. Al escuchar esto, decidió huir de su casa. Hablamos de niñas que huyen buscando mejorar sus vidas, tanto profesional como económicamente. ¿Qué están haciendo realmente nuestras autoridades frente a estas situaciones?
La discriminación que sufre nuestra gente indígena sigue presente. Nosotros sí tenemos la capacidad de adaptarnos y aprender otro idioma para comunicarnos con la sociedad, pero aún así somos discriminados por nuestro color de piel, nuestra vestimenta, nuestras costumbres y nuestra lengua materna.
Si recapitulamos la historia, todos venimos de raíces indígenas, antes de la conquista española. Todos tenemos sangre indígena; nadie es más ni menos.
Mínimamente, en nuestras instituciones públicas deberían contar con traductores para garantizar una comunicación adecuada y un servicio digno para nuestra comunidad. Nuestra gente, incluso sin una educación formal, se dirige con respeto y siempre busca la manera de comunicarse.
Pasemos ahora al asunto de la mano de obra. Es más fácil para muchos regatear el trabajo de nuestra gente que regatear a las grandes empresas. Muchos se aprovechan de la necesidad de nuestra gente, pagándoles injustamente.
Comparto una anécdota personal: al no contar con una economía estable, opté por empezar a trabajar. La paga que recibía en ese entonces era de aproximadamente $25 por día. Uno, por ser foráneo, se siente feliz de conseguir su primer trabajo y acepta, pero con el tiempo, otro compañero me hizo ver la explotación laboral que estaba sufriendo. También trabajé en el famoso "cerrillo", donde muchos piensan que la empresa paga directamente, pero en realidad el pago depende de lo que se recaude en caja, que generalmente va de $1 a $10 por cliente, siendo lo más común recibir cantidades muy bajas o incluso nada.
Últimamente, en las redes sociales del "corazón de la montaña", se han denunciado públicamente casos de jóvenes que, buscando trabajar honradamente, han sido explotados y no se les han pagado sus días de trabajo.
Muchos están dejando de transmitir su lengua materna a sus hijos e hijas, e incluso a sus nietos. Esto se debe a que temen que sus descendientes sufran la discriminación que ellos mismos enfrentaron. Algunos niegan hablar su idioma, cuando en realidad deberíamos preservarlo. Actualmente nos enfocamos en aprender idiomas extranjeros, pero estamos abandonando nuestras propias lenguas.
Finalmente, quiero compartir que llegué al corazón de la montaña a los 13 años sin hablar español. Al ingresar a la secundaria, los primeros meses fueron muy duros, pero con esfuerzo fui aprendiendo. No diré que hablo español al 100%, pero sí puedo comunicarme muchísimo mejor que antes.
Los obstáculos que enfrenté fueron muchos, especialmente los económicos. Con mucho esfuerzo y la ayuda de personas que me consideraron parte de su familia, hoy puedo decir que logré una meta: terminar una carrera profesional. Actualmente estoy en el mundo del emprendimiento.
Les digo: no hay barrera imposible si uno se lo plantea. Aun con todas las caídas, uno puede encontrar el valor y la fuerza para seguir adelante.
Querida y querido lector: si dominas alguna lengua, sé gentil y transmítela a tus descendientes; les harás un enorme bien.