7 mayo 2025

Crianza con apego

«Desde que soy madre, escucho continuamente que no educo a mis hijos para defenderse en el mundo real, que es muy duro. Ante esta acusación, solo puedo declararme culpable: es cierto, educo a mis hijos para que sean constructores de nuevas realidades, más amables».
—Carmen Ibarlucea

Cuando, en 2014, nació mi sobrina más pequeña, mi hermana me contó que iba a practicar una crianza con apego. Lo primero que me vino a la mente fue: la va a malcriar, la va a consentir demasiado, va a ser una niña de cristal… y otras ideas negativas que me pude imaginar. Sin embargo, quedé gratamente sorprendida al descubrir lo que realmente implica la crianza con apego.

Este tipo de crianza, al contrario de lo que muchos creemos, desarrolla en niñas y niños una gran seguridad. Al respetar sus necesidades infantiles y su propio ritmo de desarrollo, se evita que crezcan buscando de forma constante la aprobación de los demás —padres, escuela, amistades, etc.—. Y con esto no quiero decir que se conviertan en padres permisivos.

Según la psicóloga Iratxe López Fuentes, la crianza con apego proviene del vínculo emocional entre madre e hijo desde el momento de la concepción. A partir de ahí, debe establecerse una crianza basada en valores, normas y, sobre todo, respeto.

En este sentido, son indispensables la confianza, la comunicación y el respeto recíproco. No se trata de malcriar a los pequeños, sino de respetar sus necesidades y también las propias.

Cuando comencé a observar este tipo de vínculo entre mi hermana y su hija, me enamoré de la forma en que la llevaba a todas partes en su fular desde que era muy pequeñita. El fular es una de las herramientas de la crianza con apego: permite cargar a la cría de manera cómoda y segura desde una edad temprana. La bebé o el bebé escucha el latido del corazón de mamá o papá, lo que le da seguridad, y resulta muy reconfortante sentir el calor natural del cuerpo del progenitor o cuidador. Además, la madre puede amamantar con mayor facilidad, y existen telas adecuadas tanto para invierno como para verano. La postura que adopta el bebé es natural, con las piernas bien acomodadas alrededor de quien lo carga. Los beneficios son mutuos: la persona que lo lleva tiene mayor movilidad al tener las manos libres y el peso se distribuye mejor, haciendo que llevar al bebé a todas partes sea una experiencia más placentera.

Otra práctica común en esta crianza es el llamado colecho, que consiste en dormir en la misma cama con la o el bebé. Esto fomenta el vínculo entre padres e hijo/a, fortalece una crianza receptiva y brinda al bebé la seguridad necesaria para, más adelante, dormir sin dificultad en su propia cama.

También se enfatiza la lactancia materna en la medida de lo posible, pues no solo satisface las necesidades nutricionales del bebé, sino también las emocionales, evitando el llanto desesperado y la sensación de angustia.

Es importante entender que, si optamos por la crianza con apego, como madres, padres o cuidadores, debemos aprender cómo se comunica la o el pequeño para responder adecuadamente a sus necesidades. Es fundamental estar atentos a sus emociones, permitirles expresarlas con libertad y enseñarles a desarrollar una adecuada autorregulación emocional.

Otro punto esencial es mantener el contacto físico sin invadir. Y, algo muy importante, aplicar la disciplina de forma positiva: en vez de reaccionar impulsivamente ante una conducta, el padre o la madre debe tratar de comprender qué necesidad la originó. Lo ideal es establecer una comunicación mutua para encontrar una solución al conflicto, desde el respeto y la comprensión.

Por último, vale la pena aclarar que la crianza con apego no significa estar pegada 24/7 a tus hijas e hijos. Es vital fomentar un equilibrio entre lo personal y lo familiar, para así poder transmitir bienestar y seguridad. Para lograrlo, es útil tejer una red de apoyo y establecer metas realistas, sin miedo a decir que no cuando sea necesario.

En mi opinión, la crianza con apego fue la mejor forma en que mi hermana pudo criar a su hija durante los tres años que su feminicida le permitió hacerlo. Desde el comienzo de la vida de un niño o niña, la madre suele ser la figura de apego más importante; su ausencia puede generar consecuencias muy negativas en su desarrollo. Para aquellos pequeños que pierden a su madre a temprana edad, solo queda una posibilidad de rescate: que quien quede a su cuidado haga un buen manejo de la situación. En el caso de mi sobrina, su madre le brindó la mayor seguridad, amor, respeto y comprensión posibles durante sus primeros años de vida, para que después pudiera seguir su camino con el cariño, el respeto y la empatía de quien la siguió cuidando: su abuela.

Con este artículo no pretendo “vender” la crianza con apego o la crianza respetuosa como la mejor o la única forma de educar a las nuevas generaciones. Como madres, padres o cuidadores, nos enfrentamos a muchas dudas al tener una responsabilidad tan grande entre manos. Lo único que quiero es compartir otra forma de criar, para que tomes lo que consideres útil y puedas acompañar a las infancias de la mejor manera posible, sin tabúes ni patrones preestablecidos que ya no responden a las necesidades de nuestra sociedad actual, pero sí con mucho amor y respeto hacia todos los involucrados.